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HUERTOS URBANOS EN PILARES: SEMILLAS DE CAMBIO EN EL CORAZÓN DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Publicado el 11 Septiembre 2024

Como una de las metrópolis más grandes de América Latina, la Ciudad de México, vasta en concreto y asfalto, cubierta por ejes viales, viaductos y grandes avenidas, tiene en su alma puntos verdes. Más allá de sus bullicios cotidianos, pequeños y significativos bastiones de vida se encuentran en los huertos urbanos que hay en los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES).

Estos huertos se han convertido en una respuesta vibrante a la creciente preocupación por la sostenibilidad y la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Los PILARES, al ser centros comunitarios, buscan ofrecer alternativas culturales, educativas y recreativas a sus usuarios. Así, estos espacios se han vuelto un componente esencial, transformando áreas abandonadas en espacios seguros de aprendizaje. De manera que estos espacios de encuentro, intensifican las relaciones sociales de las personas que los ocupan.

Mediante la colaboración entre las y los usuarios y los talleristas, se rehabilitan y revalorizan áreas deterioradas. Los huertos urbanos en PILARES son fundamentales para fomentar una vida urbana más equitativa, ya que facilitan el ejercicio del derecho a la ciudad, y la autosuficiencia alimentaria.

En el corazón de la alcaldía Iztapalapa, se encuentra el PILARES San Miguel Teotongo, en el barrio con el mismo nombre, florece un huerto urbano en donde se recuperaron áreas verdes que antes se encontraban llenas de basura y abandonadas. Entre la bulliciosa vida del mercado y los edificios de apartamentos, un grupo de vecinos junto a su tallerista trabajan en conjunto para cultivar una variedad de hortalizas que van desde elotes hasta nopales y semillas locales. El huerto no solo ofrece productos frescos, además actúa como un punto de encuentro y un símbolo de cambio en una comunidad históricamente olvidada.

Rosa Isela López Trueque, ingeniera ambiental y maestra en proceso, es una de las talleristas encargadas del huerto en el PILARES San Miguel Teotongo. Ella describe el impacto del proyecto: “No solo estamos cultivando alimentos, estamos cultivando esperanza y sentido de pertenencia. Es un espacio donde los vecinos pueden aprender, compartir y conectarse con la naturaleza.”

Es a través de estos proyectos que se organizan talleres regulares para la comunidad donde se enseña, entre otras cosas, cosmética natural, la elaboración de jabones artesanales y ungüentos a partir de plantas medicinales. Particularmente se hace especial énfasis en la conservación de variedades locales y la importancia de evitar el uso de semillas transgénicas para mantener la calidad y seguridad de los alimentos.

Este enfoque integral refuerza la importancia de la nutrición adecuada tanto para las plantas como para las personas que las consumen, promoviendo prácticas agrícolas ecológicas y sostenibles. Otro ejemplo significativo se encuentra en el PILARES Plaza de los Jóvenes, también en Iztapalapa, donde las y los usuarios participan activamente en la siembra y cosecha de vegetales, de igual manera ha servido para que aprendan técnicas sostenibles como el compostaje.

Como tallerista, Mario Lora Yañez agrónomo formado en la Universidad Autónoma de Chapingo, ha formado parte de PILARES desde 2019. De modo que ha contribuido en varios PILARES como Plaza de los Jóvenes y San Miguel Teotongo con el propósito de dejar un legado en la comunidad a través del cultivo de plantas.

Por su parte Mario como asesor de huertos urbanos, se percibe como un guía en el proceso de aprendizaje comunitario. Él enfatiza que el huerto es de la gente, no suyo. Su rol es más de pionero o facilitador que comparte técnicas y conocimientos para que los miembros de la comunidad puedan replicar las prácticas en sus propios hogares.

Para el tallerista lo importante es enseñar a la gente a cultivar hortalizas, plantas aromáticas y medicinales. Destaca que el proceso de cultivo requiere tiempo, dedicación y amor a las plantas pues la actividad agrícola va más allá de simplemente comprar los productos en el mercado.

Durante la cosecha, se guía a las y los usuarios a identificar el momento adecuado para recolectar los productos, tomando en cuenta factores como la coloración y la textura de las plantas y frutos.

Así, gracias la colaboración y el apoyo mutuo de la comunidad PILARES se siembran las bases para lograr una autosuficiencia alimentaria, como herramienta para construir una comunidad. Al producir alimentos de manera local y sostenible, las personas se ven impulsadas a trabajar juntas, compartir conocimientos y recursos, y fortalecer los lazos sociales. Esto crea una red de apoyo mutuo, donde cada miembro puede aportar algo, ya sea en la producción, el intercambio de productos o el aprendizaje compartido.

Por otro lado, el hecho de depender menos de sistemas alimentarios externos genera un sentido de pertenencia y empoderamiento comunitario, ya que las personas recuperan el control sobre una necesidad fundamental como la alimentación. Iniciativas como los huertos urbanos en PILARES, promueven la cohesión social al brindar espacios para la interacción, el trabajo en equipo y el desarrollo de lazos solidarios.

Actualmente los talleres de huertos urbanos se imparten en 98 Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES). Estos representan un esfuerzo de los más de 14 mil 300 usuarias y usuarios que acuden a los talleres para revitalizar espacios urbanos, además son verdaderos motores de transformación social y ambiental.

A través de la educación, la colaboración y el empoderamiento comunitario, estos proyectos permiten a los habitantes de la Ciudad de México recuperar su derecho al espacio público, al mismo tiempo que promueven prácticas sostenibles y fortalecen el sentido de pertenencia en sus comunidades. Por todo lo dicho los huertos urbanos se erigen como un símbolo de esperanza y resiliencia en medio de la vida metropolitana, mostrando que es posible construir un futuro más verde y equitativo desde las raíces mismas de la ciudad.