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TRANSFORMANDO VIDAS DESDE PILARES: LA HISTORIA DE FERNANDO GARCÍA QUÍO

Publicado el 19 Septiembre 2024

Escrito por Alexis Ortiz

En el corazón de Cuautepec, Fernando García Quío, un hombre que ha dedicado su vida a las artes y oficios, nos revela un camino transformador que mezcla la música, la carpintería y la enseñanza. Desde joven, Fernando se dejó guiar por la curiosidad, buscando aprender y compartir. Su historia no es solo la de un tallerista que construye con sus manos, sino la de alguien que ha tocado las vidas de muchos a través de su pasión por crear. La entrevista con él nos abre una ventana a su trayectoria en PILARES, donde ha inspirado a niños, adultos mayores y personas de diversas edades a descubrir el poder transformador del arte. La música llegó a la vida de Fernando a través de proyecto Jóvenes Orquestas en Cuautepec. Allí también aprendió a tocar instrumentos de la tradición latinoamericana, como las jaranas y sones, también se formó como maestro. Fue este proyecto el que encendió en él la chispa del deseo de construir instrumentos con sus propias manos, adentrándose en el mundo de la laudería. Aprendió el arte de trabajar la madera, desde su tratamiento hasta el ensamblaje, transformando este conocimiento en un puente entre la música y la carpintería.

En 2019, Fernando se unió a los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), donde comenzó impartiendo clases de construcción de instrumentos en centros como Tlalpexco y Richard Wagner. Allí, junto con sus alumnas y alumnos, fabricaron jaranas a mano, una experiencia que, para Fernando, marcó una diferencia clave entre la carpintería y la construcción de instrumentos. El oficio de laudería, como la actividad que consiste en fabricar o reparar instrumentos de cuerda, lo impulsó a diversificar sus enseñanzas hacia la carpintería tradicional. Sus primeros estudiantes en PILARES construyeron pequeños muebles y otros objetos prácticos, siempre bajo la premisa de que cada uno debía diseñar algo que realmente fuera a utilizar.

La pandemia interrumpió los talleres presenciales, pero Fernando encontró formas de continuar su labor. A través de cursos en línea, enseñó la construcción de instrumentos sencillos como panderos y maracas. Al regresar a la presencialidad, Fernando decidió diversificar aún más sus clases, trabajando con infancias y adultos mayores. En PILARES La Muela, donde impartía música, surgió un grupo intergeneracional que permitió ver cómo sus enseñanzas iban más allá de lo práctico: los alumnos aprendían a construir y a darle vida a sus creaciones a través de la música.

Uno de los momentos más emocionantes para Fernando fue ver cómo una señora de la tercera edad construía sus propios sillones en su taller de carpintería, llevándolos a casa con orgullo. Otro caso fue el de Seferiono López jubilado que al no encontrar motivación tras su retiro, encontró en la creación de un instrumento una nueva razón para seguir activo. Estos logros representan el verdadero valor de sus talleres: el descubrimiento de la satisfacción personal que surge al crear algo desde cero.

A lo largo de los años, Fernando ha trabajado incansablemente para integrar su amor por la música y la carpintería en su labor educativa. Aunque reconoce que no siempre es fácil adaptar la laudería, su enfoque siempre ha sido inclusivo, accesible y se adapta a la necesidad de sus usuarios. Él no impone proyectos a sus alumnos; les permite explorar sus propias ideas y darles forma. Cada taller es una oportunidad para que los participantes descubran nuevas habilidades, se conecten con su propia creatividad y construyan algo que puedan llamar propio.

Hoy, Fernando sigue impartiendo clases, ahora también de ajuste y reparación de instrumentos. La historia de su labor como tallerista en PILARES es la de una vocación por enseñar, por compartir y por transformar, no solo materiales, sino también vidas. Cada pieza que sus alumnos crean es una extensión de su ser, y cada nota que tocan en los instrumentos que ellos mismos han construido es testimonio de su crecimiento personal y colectivo. Los PILARES son centros de educación comunitaria con un enfoque social pues ofrecen gran variedad de talleres de distintas disciplinas tanto educativas como culturales y deportivas. En este sentido, estos espacios vivos se adaptan a las necesidades de las y los usuarios, ya que son ellos quienes le dan forma. Actualmente los talleres de música y carpintería se imparten en 235 y 36 Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES) respectivamente. Estos representan un esfuerzo de los más de 4 mil 200 usuarias y usuarios que acuden a los talleres de carpintería para construir piezas que surgen de la propia imaginación, así como de los más de 15 mil 800 que acuden a las clases de música.

De este modo, los PILARES juegan un papel fundamental en esta historia. Estos espacios no son meros centros de aprendizaje; son lugares de encuentro, donde personas de diferentes edades, intereses y orígenes se reúnen con un propósito común: aprender, compartir y crecer juntos. En PILARES, la educación no es algo que se impone, sino un proceso colaborativo en el que cada participante aporta algo único, y donde las fronteras entre el maestro y el alumno se desdibujan, dando paso a una verdadera construcción colectiva del conocimiento. El impacto de los casi 300 PILARES, distribuidos en las 16 alcaldías de la Ciudad de México, en la vida de personas como Fernando y sus alumnos es incalculable. Lo que comenzó como una iniciativa para ofrecer educación y cultura a comunidades históricamente olvidadas se ha convertido en un catalizador de cambio social, un espacio donde se tejen relaciones profundas y duraderas, y donde la creación, ya sea de un instrumento musical o de un mueble, es solo el principio de una transformación mucho más grande.