ENTRE ENROQUES Y APERTURAS EL AJEDREZ VIVE EN PILARES
Artículo: Alexis Ortiz
Fotografías: Arcelia Muciño
Coordinación de Comunicación Educativa Comunitaria, PILARES
Una partida de ajedrez es en mayor medida una expresión de la vida. Tal vez en sus inicios servía para representar a través de sus piezas las épicas batallas que se vivían en la India del siglo VI. En un mundo en el que el pensamiento crítico y la capacidad de tomar decisiones estratégicas se vuelven cada vez más necesarios, el ajedrez ha demostrado ser una herramienta invaluable. Ahora, vive como una de las actividades más nobles y democráticas.
El ajedrez, es uno de los talleres principales de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES) en su expresión más pura este juego milenario tiene la capacidad de unir a las personas independientemente de su contexto. Asimismo, resulta necesario reconocer el ajedrez a través de su valor educativo, social y cultural.
Además, este milenario juego de estrategia ha experimentado un resurgimiento gracias a los PILARES de la Ciudad de México que lo han vuelto accesible a nuevas generaciones que habitan en la capital. Un ejemplo de esto se vive en el PILARES Benita Galeana. Aquí, niñas, niños, adultos, principiantes y expertos, encuentran algo más que reglas y estrategias, experimentan un juego que les permite desafiar sus límites. En este espacio comunitario cada uno de las y los usuarios vive activamente su pasión por el ajedrez
Paola Lizbeth, con su pasión por el ajedrez, es quien guía a estos alumnos en el PILARES Benita Galeana. Desde los seis años, su amor por el ajedrez la ha llevado a competir y ahora a enseñar. Hoy en día, su rol en PILARES es fundamental. Paola observa a sus estudiantes como alguien que ha pasado por lo mismo y que sabe lo que significa perder una partida y seguir adelante. “El ajedrez es arte, ciencia y deporte. Ayuda a los niños en su crecimiento, en su razonamiento y memoria, lo que es vital”, explica la tallerista.
Paola describe con detalle las fases del ajedrez la apertura, el medio juego y el final, cada una con sus propias complejidades y requerimientos teóricos. Enseña a grupos de distintos niveles, sin importar la edad, pues los PILARES se enfocan en el avance de cada persona y en el aprendizaje comunitario. Ella sabe que el ajedrez permite ver a niños y adultos crecer, ganar confianza, aprender a enfrentar desafíos. Tanto los torneos como las competiciones son parte esencial de este desarrollo.
Anely, de diez años, es una de las alumnas más entusiastas. Desde hace un año y medio, ha comenzado a descubrir las posibilidades que ofrece el ajedrez. Su tío le mostró el juego, y aunque él no fue quien la motivó directamente, fue esa curiosidad la que la llevó a intentarlo. “Me gusta por las combinaciones, los jaques imprevistos y los ataques dobles”, comenta la usuaria. Para Anely, el ajedrez es un escape, un juego que le permite conocer lugares y personas. Ella confiesa que sueña con seguir jugando aunque tenga veinte años, aunque sabe que su vida la llevará por otros caminos.
Leonardo, de once años, es otro de los estudiantes de Paola. Empezó a jugar en PILARES, luego hizo una pausa por la pandemia y volvió decidido a dominar el tablero. Su progreso no ha sido fácil, y recuerda con bien sus primeros torneos en los que quedó en el puesto veinte de treinta participantes. Para él, cada derrota ha sido un aprendizaje. “Al principio me frustraba, pero entendí que es un proceso. Poco a poco fui avanzando, quedando en mejores lugares, hasta que finalmente gané”.
Para Leonardo el ajedrez es una forma de entrenar su mente, una herramienta que le ayuda a mejorar su confianza. “No importa cuántas veces pierda; siempre confío en que puedo mejorar”, afirma con una seguridad que pocos de su edad poseen. “Para mí, el ajedrez nunca termina; incluso los grandes maestros siempre están aprendiendo”.
Otro de los usuarios de Paola, es Alan, quien a sus dieciocho años, sueña con enseñar ajedrez algún día. Llegó a PILARES hace dos años y medio, desde Guerrero, buscando una forma de canalizar su pasión por el tablero. Aunque también practica voleibol, el ajedrez le permite enfocarse de una manera distinta. “El ajedrez es un desafío mental. Me ayuda a concentrarme y a calmar mis nervios, que siempre me afectan en las competencias”, comenta.
Alan tiene una particular fascinación por el caballo y el alfil. Para él, ambas piezas representan dinamismo y versatilidad en el juego. Cuando habla de sus metas, Alan lo hace con ilusión: “Quiero enseñar ajedrez, quiero que otros vean que no necesitas ser un genio para jugar. Es para todos”.
Por otro lado, entre sus usuarios, encontramos a Brandon Latalina Peña, de dieciocho años, quien comenzó a jugar ajedrez durante la pandemia, inspirado por la serie Gambito de dama. A pesar de un entorno familiar sin tradición ajedrecista, su interés lo llevó a investigar y, eventualmente, a PILARES. Brandon se define como un jugador que inició de cero y ahora se encuentra entre los avanzados. Confiesa que el juego tiene muchos estilos y que cada persona, dependiendo de su personalidad, encuentra uno que le acomoda. Como él, muchos jóvenes han descubierto en PILARES un espacio que los empuja a romper estigmas “el ajedrez no es solo para personas inteligentes o nerds”, dice Brandon, “sino una actividad inclusiva que todos pueden aprender”.
La historia de cada usuaria y usuario es única, pero todas convergen en este espacio. Paola, tallerista de PILARES, contagia a sus alumnos la pasión por un juego tan antiguo como vigente. Entre aperturas y enroques, el ajedrez en PILARES no solo es una actividad; es un encuentro con el coraje, la perseverancia y la creatividad que habitan en cada movimiento.
Los PILARES, como centros comunitarios, juegan un papel importante en esta transformación de vidas a través del ajedrez. Tanto Paola como tallerista, Brandon, Alan, Arely y Leonardo como usuarios coinciden en que esta disciplina permite a personas de todas las edades descubrir y potenciar sus habilidades, creando un sentido de pertenencia y autoconfianza. El ajedrez, en este espacio, se convierte en un puente que une generaciones y que deja huellas más allá del tablero.
Hoy en día, el ajedrez es valorado no solo por su carácter competitivo, sino también por su potencial para promover la concentración, la creatividad y la paciencia, fomentando la inclusión y el desarrollo intelectual en contextos tan diversos. Este resurgimiento impulsado por PILARES muestra cómo el ajedrez ha trascendido su imagen elitista para convertirse en una actividad respetada y apreciada por personas de todas las edades y orígenes.